- Sinceridad: que la persona en la que se deposita la confianza se muestre sincero.
- Credibilidad: que la persona en la que se deposita la confianza resulte creíble.
- Competencia o aptitud: que la persona en la que se deposita la confianza sea capaz de llevarla a cabo.
Si se rompe sólo uno de los tres pilares se pierde la confianza. Se puede restaurar, pero requiere esfuerzo. La confianza no sólo se manifiesta como un juicio que realizamos con respecto a las acciones del habla, sino también en toda forma de comportamiento en que entramos en relación con otros.
Desconfianza: Surge del juicio que hacemos de que, quien promete, carece de sinceridad y/o competencia y que, por lo tanto, no podemos asegurar su cumplimiento. La desconfianza en la relación con otros surge en la presunción de que el otro no me reconoce como alguien que ocupa un espacio legítimo en la convivencia mutua.
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